Desde pequeña miraba las joyas de mi madre y soñaba con ponérmelas algún día, la verdad es que ella nunca ha sido muy ostentosa, todo lo contrario siempre del lado del minimalismo, pero como recordaréis en los 80 y principios de los 90 se llevaba mucho el oro amarillo, tendencia que vuelve es estos tiempos… El hecho es que cuando era pequeña y había una ocasión especial ella habría ese cofre y me prestaba algo que yo cuidaba con la mayor de delicadezas.
Con el tiempo empecé a crecer y a tener acontecimientos importantes en mi vida, los cuales ella premiaba con una joya que cuidadosamente diseñaba con un joyero amigo. Esto suena bastante estiloso pero la verdad es que es algo muy normal en Colombia por la tradición del oro y las piedras preciosas. Ella buscaba lo que estaba de moda y cual Zara, me clonaba la pieza pero siempre con un estilo propio.
Con el paso del tiempo llegamos a tener una linda colección de joyas que el los últimos años sólo desfilábamos dentro de casa, porque con la inseguridad que se vive en Venezuela no puedes salir con nada de valor a la calle; así que te olvidas que las tienes y quedan allí olvidadas en ese mismo cofre durante muchos años.
Cuando me vine a vivir a España, me di cuenta que aquí si las podía usar, porque no hay temor a que te arranquen la cadena del cuello de un tirón. La última vez que fui a mi país, mi madre me entregó ese preciado cofre que contenía las joyas que me había regalado con los años, pero mi sorpresa es que también me estaba regalando las suyas. Esas que yo admiraba desde que era una niña: la cadena con 7 tréboles de la buena suerte, por fin era mía!
Hace una semana fuimos victimas de un atraco en nuestra casa, la verdad es que es una sensación bastante desagradable saber que alguien con malas intenciones irrumpe en tu hogar. Afortunadamente no estábamos dentro, pero lamentablemente me arrebataron esas cositas a las que les tenía un gran valor sentimental.
Pero como lo más importante es tener trabajo y ganas para seguir lo que si me gustaría es compartir lo que aprendí:
- Las joyas nunca deben estar a la vista. Las mías casi tenían un cartelito “Aquí estamos”.
- No guardes todo en un mismo lugar repártelas en diferentes lugares de la casa y si sabes que algo no te lo vas a poner o es de mucho valor búscales un lugar muy seguro, puede ser un banco.
- Nunca empeñes joyas dicen que da muy mala suerte.
- Ponte las joyas que tengas aunque sea una vez cada que te acuerdes, la peor sensación es que te quiten algo que casi ni te has puesto. Afortunadamente yo siempre mezclo bisutería con joyas y me gusta mucho porque pasan desapercibidas, por eso sólo se salvó un anillo.
- Si vez que hay alguna joya que jamás te pondrías mándala a fundir y diseña algo de tu gusto.
Y de mi madre aprendí a que las cosas materiales van y vienen pero que la vida es una sola para reír, amar, comer, viajar, leer, caerse, levantarse pero sobre todo para SER FELIZ. Afortunadamente tengo todo eso y no necesito más.
Por cierto amé la película Come, Reza Ama… Desde allí me he planteado disfrutar más de la comida tanto que he aumentado unos dos kilos, por supuesto mi chico encantado…
Un beso!